El ciclo de transformación

Introducción

La persona que somos actualmente se parece poco la que éramos cuando llegamos al mundo. La evidencia es abrumadora. Nuestro cuerpo, nuestras habilidades, nuestro conocimiento y nuestra experiencia no se parecen de ninguna manera al cuerpo, a la impotencia, a la ignorancia de un recién nacido que sale del útero de su madre. ¿Qué ha sucedido mientras tanto? ¿Cómo este pequeño cuerpecito, de solo 5 kilos, totalmente dependiente, sin palabras, sin vista, sin coordinación, ha podido convertirse en una persona autónoma en este mundo, inteligente y madura? Por supuesto, no sucedió de la noche a la mañana. Una sucesión de miles de millones de pequeños y grandes procesos de crecimiento ha convertido a este bebé en un adulto. Y estos procesos de crecimiento nunca se detienen. Simplemente continúan con el tren del tiempo y el diálogo en evolución entre elecciones, circunstancias y leyes cósmicas.

Algunos procesos de crecimiento son consecutivos. La finalización de un proceso siempre conduce al comienzo del siguiente ciclo de crecimiento. Por ejemplo, el crecimiento de recién nacidos, bebés, niños pequeños, niños, adolescentes, adultos jóvenes, adultos y ancianos. Algunos procesos son paralelos y se influyen entre sí. Por ejemplo, el crecimiento biológico y el crecimiento psicológico tienen un impacto mutuo, pero al mismo tiempo no está condicionado totalmente el uno por el otro. La biología y la neuropsicología confirman la influencia de nuestros genes y de nuestro cerebro físico en nuestra personalidad y en nuestros comportamientos. Y a la inversa, el análisis bioenergético vincula la constitución de nuestro carácter y su influencia en la formación de nuestro cuerpo físico y nuestras estructuras musculares.

Con los años y a través de mi actividad en terapia, curación, acompañamiento y desarrollo espiritual, he observado patrones de crecimiento como procesos cíclicos. A lo largo del tiempo, he desarrollado y refinado un modelo que me ha sido muy útil para comprender el crecimiento y la evolución – siempre según la perspectiva de nuestra comprensión humana, la cual es limitada y finita. Más que una forma de comprensión, este modelo me ha beneficiado, en la medida que me ha permitido gestionar más armoniosamente el proceso de crecimiento, tanto para mí mismo como para acompañar a los otros.

Trascendiendo la dualidad

En relación con la evolución y el crecimiento, uno puede tomar dos posiciones desfavorables, mientras que una tercera posición neutra-positiva constituye una actitud particularmente favorable. Esta última nos ayuda a experimentar los procesos de crecimiento lo más agradablemente posible y nos permite realizar el más bello y más elevado potencial alcanzable en este proceso. Esta tercera posición neutra- positiva es la vía del justo medio entre las dos posiciones desfavorables polares.

Para encontrar el camino del medio, tal vez sea más fácil estudiar primero las desviaciones dualísticas de este camino de oro, y luego percibir el contraste. En la disyunción bipolar, encontramos por un lado que podemos (temporalmente) contrarrestar o sesgar el crecimiento y, por otro lado, que podemos precipitarnos a cambios apresurados. Estas dos polaridades constituyen un obstáculo para el desarrollo natural y orgánico.

El polo ‘Oposición’

A cualquier crecimiento se asociada siempre una cierta inercia. Esta inercia no es en sí misma una contradicción al crecimiento. Exploraremos más este punto con el estudio de la fase de «resistencia». Esta puede ser un factor de equilibrio que garantiza la cadencia y el ritmo correctos de un proceso de maduración. La oposición, sin embargo, es activa o pasiva en contra del movimiento evolutivo saludable de la vida, ya sea en individuos, en la naturaleza o en la sociedad. La contra-actividad pasiva es el resultado de la pereza, la inconsciencia y la falta de visión. De hecho, esta forma de inercia pertenece a la resistencia pasiva al despliegue. La resistencia activa es una oposición más o menos consciente a la expansión orgánica de la vida evolutiva. Este periodo puede estar motivado por el miedo al cambio o al desconocimiento, el apego nostálgico al pasado o a la fe ciega en la tradición.

Hay miles de formas de objeción como mínimo con la misma cantidad de razones, a menudo comprensibles, pero no por ello justificables.

El polo ‘Compulsión’

En el otro extremo de esta polaridad, hay una obsesión con el cambio forzado. Esta polaridad también tiene una variante pasiva y activa. La compulsión pasiva es una forma de neurosis. Es una presión ciega en una dirección que no tiene ningún fundamento. Esto puede generar gregarismo para una sociedad hiperactiva. Puede ser una huída del momento presente, una incapacidad para vivir el momento presente en su plenitud y puede haber aún muchos otros mecanismos.

El componente activo de la compulsión del cambio forzado es tan ciego como el componente pasivo, pero ya es diferente del comportamiento del rebaño. Tiene un aspecto revolucionario egocéntrico. Se opone a lo que es y busca imponer su imagen idealizada sobre sí mismo y / o su entorno. Darles cuerpo y alma a estos ideales es grandioso. El decretar estos principios a otros es el reflejo de un comportamiento que tiende a generar violencia. Es una forma de idealismo que se ha vuelto demasiado fanático y perturbado. La ambición excesiva y el idealismo fanático vacían los cambios de todo su significado y su sustancia y sólo son la persecución ciega de un engranaje mecánico.

El camino del medio

El camino del medio neutro-positivo nos mantiene alineados con nuestro potencial más elevado y permite su germinación, maduración y agilidad en armonía con los ritmos gratificantes del crecimiento evolutivo. Esta ruta equilibra perfectamente los aspectos activos y pasivos del desarrollo.

Esto elimina los riesgos de desviaciones hacia los extremos polares. Además, los componentes activo y pasivo están en este caso perfectamente emparejados. Los dos polos trabajan juntos de manera infalible, complementándose y reforzándose mutuamente.

Esfuerzo y descanso, actuar y ser, activo y pasivo, dar y recibir, dirigir y seguir, iniciativa y receptividad, etc. En estas condiciones, los dos polos se optimizan como pasos constructivos mientras se mantiene un equilibrio creativo. El esfuerzo no se vivirá como un dolor porque se llevará por un estado de ser dinámico. El estado de reposo no caerá en letargo porque la conciencia lúcida permanecerá presente.

La belleza de esta vía media neutra-positiva que nosotros intentamos adiestrar con la Presencia Integral es la forma más auténtica y natural de ser y vivir. Es lo que la hace tan bella. No deberíamos trazar nuestro camino porque ya el acto de vivir de manera auténtica abre el camino. No debemos primero crear el camino para encontrar el permiso, el coraje o la fuerza para vivir auténticamente. Es poner el carro delante de los bueyes. Este camino se despliega espontáneamente siendo auténticamente lo que somos y viviendo a través del corazón, el alma y el espíritu.

Las seis fases

El ciclo de transformación se puede estudiar desde muchos ángulos. Podemos proponer variaciones, resumir ciertos aspectos y desarrollar otros. Con los años, hay principalmente 6 elementos en este ciclo que me han parecido cruciales. Por lo tanto, los llamo las 6 fases del ciclo de transformación. Un ejemplo sencillo constituye la forma más clara de presentarlos.

Un niño de 6 años va a la escuela primaria por primera vez. El niño aún no conoce todas las materias que se le proporcionarán. Esta es la fase preconsciente. Hay una forma de conocimiento en el enfoque, pero por el momento todavía está fuera de la mente del niño.

En el aula, los niños se reúnen y las reglas se activan para ordenar el grupo y poner en marcha el sistema educativo. Incluso si el niño se adapta fácilmente, siempre tendrá que acostumbrarse a enfrentar una nueva situación. Esta es la fase de resistencia. Esta fase es tan natural como todas las otras y de ninguna manera es negativa en sí misma.

Luego comienzan las lecciones y se presenta el material de estudio. Esta es la fase de confrontación.

La nueva información estimula la toma de conciencia del niño. Esto causa agitación en su conciencia. Las ideas, el conocimiento y las imágenes establecidos en la conciencia del niño se unen con las nuevas ideas y conocimientos. Esta nueva información puede ser parcialmente coherente y parcialmente incompatible con el mundo de ideas previas. Esta agitación es la fase del caos.

La información consistente puede confirmar y respaldar el conocimiento previo. La información inicialmente incoherente puede provocar confusión y crear la necesidad de convertir el paquete de información en conflicto en un conjunto consistente. Esta es la fase de reorientación.

Se forman nuevas ideas y conceptos y el niño comienza a apropiarse y a domesticar el material de aprendizaje. Una vez que se ha entendido el material de aprendizaje, el niño puede usar este conocimiento y beneficiarse de él. Esta es la fase de integración.

Dejar ir y seguir

Todas estas fases son parte del proceso evolutivo natural. Un proceso de aprendizaje auténtico se desarrolla armoniosa y espontáneamente. No debemos inventar o controlar este proceso. Se desarrolla automáticamente. Sin embargo, puede suceder que algunos inconvenientes ralenticen u obstruyan algunas fases. En este caso, una buena comprensión y un buen acompañamiento del ciclo de transformación permiten al proceso de crecimiento natural regresar a la velocidad óptima de crucero. Nunca podemos determinar el proceso de crecimiento, pero sí ayudarlo puntualmente.

La intención no es fabricar procesos de transformación, aprendizaje o crecimiento. Es una operación de cambio forzado. El crecimiento es un movimiento espontáneo que viene desde el interior y todo el poder y la sabiduría para su cumplimiento le son inherentes. Se trata de seguir el movimiento y finalmente abandonarse a él completamente. Cuando nos entregamos por completo al flujo de nuestro ser, todas las etapas de los ciclos de crecimiento o transformación pueden ser suaves, por lo que apenas se distinguen. Así de sublime puede convertirse este camino.

Toda vida está en transición

El ciclo de transformación se ha identificado en una variedad de procesos de cambio. Aprendizaje en educación, crecimiento biológico de plantas, animales y humanos, división celular, sanación por trauma, evolución de la ciencia, dinámica grupal, desarrollo social, crecimiento espiritual, evolución cultural, la teoría de la evolución, los movimientos cósmicos del universo.

El camino de la transformación…

… es un camino de conciencia y perfección. La palabra “perfección” aquí no cobra el sentido de perfeccionismo. Es un camino de sanación, ser auténtico y ser quién eres, tener cuenta todo tu potencial. Incluye un elemento de crecimiento y un elemento unificador. El crecimiento es la evolución de una identidad más o menos limitada hacia una conciencia más amplia, una conciencia de nuestro verdadero ser, una renovación constante de nuestras capacidades y de recursos internos.

El elemento de «unificación» puede concernir, por un lado a la curación, el retorno a la totalidad, por otro lado puede afectar la integración como una conexión armoniosa de las diferentes facetas y dimensiones internas de un todo coherente.

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